miércoles, 28 de agosto de 2013

Dorada a la sal con guarnición aromática de zanahorias

¡Vaya verano de pescado me estoy dando! Qué pena que ya se vaya acabando y tenga que despedirme de los espetos de sardinas... Hoy me apetecía mucho pescado al horno, y como tenía un manojo de zanahorias estupendo que compré este fin de semana en el mercadillo ecológico se me ocurrió ponerlas como guarnición.

¡Verás qué fácil es prepararse una comida súper sana y riquísima!

Los ingredientes
Para la dorada a la sal:
  • 1 dorada de ración
  • 600 gr de sal gruesa
Para la guarnición de zanahorias:
  • 2 ó 3 zanahorias
  • sal
  • 2 cucharaditas de hojas de hierbabuena picadas
  • media cucharadita de comino molido
  • media cucharadita de pimentón de la Vera
  • media cucharadita de agua de azahar
  • 2 cucharaditas de vinagre de manzana
  • 1 cucharadita de aceite de oliva virgen extra
La preparación

Para preparar la dorada a la sal pediremos en la pescadería que nos la limpien sólo por dentro, sin abrirla demasiado para que nos quede lo más jugosa posible, y sin quitarle la cabeza ni las escamas. También puedes preparar esta misma receta con una lubina, un jurel grande... lo que te apetezca. 

Sobre una bandeja cubierta con papel para hornear colocamos una capa de sal gruesa que sirva como cama para la dorada. Colocamos encima el pescado y lo cubrimos con el resto de la sal. No debe quedar nada sin cubrir, así que si necesitas añadir más sal, hazlo. Introducimos en el horno a 200ºC durante 35 minutos.



Mientras se hornea la dorada, vamos preparando las zanahorias. Las pelamos y las cortamos en rodajas, las cubrimos con agua (la justa para cubrirlas nada más) y las hervimos unos minutos, hasta que casi se haya evaporado todo el agua pero aún estén un poco duritas por dentro. Salamos al gusto, añadimos el resto de los ingredientes, removemos y dejamos que se enfríe a temperatura ambiente para que la zanahoria vaya tomando los sabores.

Sacamos la dorada del horno y rompemos la costra de sal. Junto con la sal se desprenderá también toda la piel y nos será muy fácil sacar los lomos limpios. Los servimos con la guarnición de zanahoria y ¡a comer!



viernes, 23 de agosto de 2013

Panecillos tostados con semillas


Esta receta de panecillos tostados es mi propia versión inspirada en las recetas de panecillos suecos de dos blogs de cocina que me encantan: El Invitado de Invierno y Lola en la Cocina. Ya los hice en una ocasión siguiendo al pie de la letra la receta del primero y salieron buenísimos, ideales para el desayuno. Esta vez, como ya os conté que me he pasado a las harinas integrales, os propongo una versión más saludable y nutritiva. El cambio más significativo es que utilizo sólo masa madre, sin ningún otro tipo de levadura. La masa madre, además de aportarle un montón de sabor al pan (sobre todo si está refrescada con centeno como la mía), ayuda a eliminar el ácido fítico que está presente en los granos integrales y que puede dificultar la absorción de minerales.

¡Vamos a ver qué sale!

Los ingredientes

  • 100 gr de masa madre
  • 275 gr de harina integral de trigo
  • 1 cucharada de harina de fuerza
  • 150 ml de leche desnatada
  • 1 cucharadita de miel
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de semillas de sésamo
  • 1 cucharadita de semillas de lino
  • 4 vainas de cardamomo
  • 75 gr de mantequilla

La preparación

En un bol grande, mezclamos la masa madre con las harinas, la leche, la sal y la miel. Amasamos hasta que quede una masa homogénea. Abrimos las vainas de cardamomo y trituramos las semillas. Las añadimos a la masa junto con las semillas de sésamo y de lino. Agregamos también la mantequilla a temperatura ambiente y en trocitos. Volvemos a amasar hasta que estén todos los ingredientes perfectamente integrados. Tapamos la masa con un paño y la dejamos reposar unas dos horas.

Separamos porciones de unos 40 gramos y les damos forma de bollito. Colocamos los bollitos sobre una bandeja de horno, los tapamos con un paño y los dejamos levar hasta que doblen su tamaño. Yo los hice a última hora y los dejé levar toda la noche.

Precalentamos el horno a 230ºC, metemos la bandeja con los bollitos y pulverizamos con agua las paredes del horno para crear vapor. Después de cinco minutos, bajamos la temperatura a 210ºC y horneamos durante siete minutos más.

Los sacamos del horno y los dejamos enfriar por completo sobre una rejilla. (En esta fase es posible que no puedas resistir la tentación de comerte uno de los panecillos calentitos con mantequilla... No te preocupes, es normal.)

Cuando estén fríos, los abrimos por la mitad. En lugar de utilizar un cuchillo, lo haremos con un tenedor para que queden irregulares y más rústicos. Volvemos a hornearlos a 180ºC hasta que estén bien tostados y crujientes. Puedes dejarlos secar en el interior del horno una vez apagado, hasta que se vaya todo el calor residual, y así te aseguras de que quedan súper crujientes.

¿A que quieres desayunarte uno?


miércoles, 21 de agosto de 2013

Quinoa con lomo en salsa de soja y miel

La quinoa es uno de los alimentos que he comenzado a incluir en mi dieta recientemente, y me encanta. A pesar de su aspecto en forma de grano, no se trata de un cereal. Una de las cosas que más me llamó la atención de la quinoa fue su olor en crudo: huele a "verde", porque en realidad es familia de las acelgas y las espinacas.

En comparación con los granos y cereales, la quinoa es un alimento muy nutritivo y muy completo. Es especialmente rica en proteínas y en aminoácidos, y también aporta fibra, minerales y vitaminas. Tiene un índice glucémico muy bajo, por lo que pueden consumirla personas con problemas de diabetes como una buena alternativa al arroz, y no contiene gluten. Además, es muy digestiva y ayuda a controlar los niveles de colesterol.

¡Hala, a comer quinoa que todo son ventajas!

Los ingredientes
Para 1 ración:
  • 125 gramos de lomo de cerdo
  • 1 diente de ajo
  • 1 cucharadita de miel
  • 2 cucharadas soperas de salsa de soja
  • 2 cucharaditas de aceite de sésamo
  • 1 pimiento verde
  • 1/2 cebolla
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • 1 cucharadita de vinagre de arroz
  • 1 tacita de quinoa
  • 4 tacitas de agua
  • sal
La preparación

Cortamos el lomo en tiras y lo ponemos en un bol con el diente de ajo rallado, la miel, una cucharada de salsa de soja y una cucharadita de aceite de sésamo. Dejamos marinar la carne al menos media hora.

Cocemos la quinoa (una tacita de espresso, pequeña) en una olla con el agua con sal durante unos 15 minutos. Mientras tanto, escurrimos la carne y la salteamos en un wok o una sartén con el resto del aceite de sésamo. Cuando comience a dorarse añadimos la cebolla y el pimiento troceados. Lo rehogamos todo unos minutos y agregamos el resto de la salsa de soja, el vinagre de arroz y el vino. Cocinamos a fuego medio-fuerte y dejamos que reduzca hasta que no quede casi nada de caldo. 

Servimos primero la quinoa y colocamos encima la carne con las verduras. ¡A comer!




domingo, 18 de agosto de 2013

Yogur aromatizado con cardamomo y canela

Soy fan de todos los cacharros de cocina que ponen a la venta en Lidl. Mi última adquisición ha sido una yogurtera con la que ya he empezado a experimentar, por supuesto. ¡Hay tantas posibilidades que no sabía por dónde empezar!

Los yogures caseros siempre quedarán un poco menos consistentes que los comerciales, pero a mí me encanta la textura y el sabor tan particular que tienen. Me hacen viajar en el tiempo, cuando de pequeña mi madre nos hacía yogures en casa... ¡No nos cansábamos de pedirle más!

Hoy comparto con vosotros mi primer invento, sencillo pero delicioso.

Los ingredientes
  • 1 yogur natural
  • 1 litro de leche semidesnatada
  • 3 vainas de cardamomo
  • 1 rama de canela
  • Edulcorante al gusto (opcional)
La preparación

En una olla, ponemos a calentar la leche con la rama de canela. Abrimos las vainas de cardamomo, sacamos las semillas y las añadimos también a la olla. Llevamos la leche a ebullición y dejamos cocer durante unos minutos para que tome el sabor de las especias. Esperamos hasta que la leche se enfríe (para no matar a los microorganismos que se encargarán de la fermentación), la colamos y añadimos el yogur natural. Removemos muy bien hasta que el yogur quede perfectamente disuelto en la leche. Si fuera necesario, utilizaremos la batidora. Se puede añadir el edulcorante ahora o hacerlos sin edulcorar y que cada comensal lo endulce a su gusto en el momento de consumirlo. 

Vertemos la leche en los vasitos de yogur y los dejamos en la yogurtera durante unas 12 horas. El mínimo son 8 horas, pero con 12 nos aseguraremos de que queden bien cuajados. También debes tener en cuenta que cuanto más tiempo pasen en la yogurtera, más ácido será el sabor final.

Se conservan en el frigorífico tanto tiempo como los yogures que compramos. Mientras están en el frigorífico siguen cuajándose, así que notaréis que los últimos que consumáis estarán más consistentes que los primeros.



miércoles, 14 de agosto de 2013

Mi primer pan de centeno (integral y con masa madre)

Me encanta hacer masas. Mancharme las manos amasando, volver a la cocina al cabo de un rato y descubrir que está el doble de grande que cuando la dejé de amasar, ver a través de la puerta del horno cómo se va hinchando poco a poco... ¡Y el olor que deja en toda la casa! 

Hipnotizada por la magia de las masas no me daba cuenta del peligro que tenían, y así me pasaba un fin de semana sí y otro también horneando bizcochos, bollos, tartas, magdalenas, galletas, panes... Gastaba los kilos de harina blanca y azúcar como si tal cosa, porque cuanto más consumía más me pedía el cuerpo. Los antojos, tanto de comer como de cocinar recetas nuevas, eran irrefrenables, y la escalada por los números de la báscula, también.

Por eso he decidido poner fin a esa espiral y cambiar mis hábitos. Algunos de esos cambios han sido eliminar por completo el azúcar refinada y sustituir las harinas blancas por sus versiones integrales y, además, ecológicas. El caso es que, en lugar de sentirme más limitada en la cocina, se me ha abierto un mundo de posibilidades con la utilización de harinas que antes no conocía: centeno, espelta, trigo sarraceno... 

Ésta ha sido mi primera experiencia con la harina de centeno. He seguido la receta de Iban Yarza en Robin Food, aunque con pequeños cambios: mi masa madre era de trigo, toda la harina que he utilizado es integral, no le he añadido levadura y he reducido las cantidades. ¡Vamos allá!

Cómo hacer masa madre natural

Si habéis visto el vídeo de la receta, os habréis dado cuenta de que es sencillísimo. Sólo necesitamos harina integral (de trigo o de centeno), agua a temperatura ambiente y tiempo para que ocurra la fermentación natural.

El primer día, mezclamos harina y agua a partes iguales (por ejemplo, 50 gramos de cada), tapamos y dejamos reposar 24 horas a temperatura ambiente.

El segundo día, repetimos la operación. Seguramente no habrá ocurrido nada. No te preocupes, es normal.

El tercer día es posible que la mezcla ya presente algunas burbujitas. ¡Ya está comenzando a fermentar! Desechamos un par de cucharadas de la mezcla (porque si no acabaríamos con unas cantidades ingentes de masa madre) y volvermos a alimentarla o refrescarla, que no es más que volver a mezclarle más harina y agua a partes iguales.

Sigue repitiendo la operación cada día hasta que veas que la masa ya está lo suficientemente activa y lista para utilizarla en la preparación del pan. ¿Y cómo se sabe eso? Pues lo sabrás si a las pocas horas de haberla refrescado ya se llena de burbujitas y aumenta su volumen hasta más del doble. El número de días que tarde en estar lista dependerá de la temperatura ambiente (en verano será mucho más rápida que en invierno) y del tipo de harina que utilices (la de centeno suele ser más rápida que la de trigo).

Ahora estarás pensando que vaya rollo tener que hacer todo eso cinco días antes cada vez que quieras hacer pan. ¡Qué va! La masa madre se hace una vez y dura toda la vida (es muy difícil que se muera). No, tampoco hay que estar alimentándola todos los días. A ver... Nunca utilizaremos toda la masa madre que tenemos, siempre guardaremos algo. Si no vamos a volver a necesitarla en un tiempo, podemos conservarla en la nevera en un frasco cerrado. Con el frío, los bichitos se aletargan y sólo será necesario alimentarlos cada diez días más o menos. Es posible que con el paso de los días presente un aspecto un poco feo, pero no te preocupes, es normal, no se ha puesto mala. Además, si la hueles verás que no es un olor malo, sino que huele estupendamente a fermentación... no lo puedo describir con otra palabra. 

Pues como ya tenemos lista la masa madre, vamos a hacer nuestro pan de centeno.

Los ingredientes
  • 1 cucharada de masa madre
  • 500 gr de harina de centeno integral, mejor si es ecológica
  • 500 gr de agua a temperatura ambiente
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharada de miel
La preparación

  1. Lo ideal es comenzar a hacer la masa por la noche. Sólo tenemos que mezclar la cucharada de masa madre con 80 gramos de harina y 80 gramos de agua. Removemos con una cuchara, tapamos con un paño y dejamos que repose durante toda la noche a temperatura ambiente.
  2. A la mañana siguiente, añadimos 120 gramos de harina y 120 gramos de agua. Mezclamos de nuevo y esperamos unas 4 ó 5 horas.
  3. Pasado ese tiempo, agregamos el resto de la harina y el agua (300 gramos). Es el momento de añadir también la sal y la miel. Mezclamos bien todo, ponemos la masa en el molde donde vayamos a hornearlo y lo aplastamos con las manos mojadas para que no se nos quede pegada la masa. Sólo llenaremos el molde de masa hasta la mitad aproximadamente, y esperaremos unas 4 horas, o hasta que la masa haya subido hasta el borde, antes de meterlo en el horno. 
  4. El horno debe estar precalentado a 250ºC. Introducimos el molde y pulverizamos con agua las paredes del horno para crear un poco de vapor. Pasados 10 minutos, abrimos el horno y volvemos a pulverizar. Bajamos la temperatura a 200ºC y horneamos durante 50 minutos más.
  5. Sacamos del horno, dejamos enfriar sobre una rejilla y esperamos un día entero para que se asiente la miga.
En este caso, como era mi primera experiencia con este pan, lo he decorado de la manera más sencilla: poniendo un poco de harina en la superficie antes de que comenzase a levar en el molde. Ya iré experimentando con semillas, frutos secos, frutas deshidratadas... ¡Y os lo iré contando aquí!

Ya no tenéis excusa para no hacer vuestro propio pan 100% integral, ecológico y casero porque con esta receta no necesitáis ni mancharos las manos. Es el tiempo quien amasa ;)




lunes, 12 de agosto de 2013

Potaje de espinacas y garbanzos con cúrcuma

Sí, ya sé que en la entrada anterior dije que hacía mucha calor para platos calientes, pero es que tenía que gastar las espinacas que me sobraron del pesto. Además, la verdad es que a mí siempre me apetece un plato de cuchara, estemos en la época en que estemos.

En este plato utilizaremos comino y cúrcuma, dos especias bien conocidas por sus propiedades para combatir problemas digestivos (por si los garbazos te hacían dudar...).

Los ingredientes
  • 250 gramos de hojas de espinaca frescas
  • 400 gramos de garbanzos (ya remojados)
  • 2 zanahorias
  • 1 diente de ajo
  • 1 cebolla
  • 1 tomate maduro
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 1/2 cucharadita de comino molido
  • 1 cucharadita de cúrcuma
  • sal

La preparación

Calentamos el aceite de oliva en una olla y añadimos el diente de ajo pelado y machacado, la cebolla sin trocear, el tomate pelado y en dados pequeños y la zanahoria también pelada y cortada en dados. Sofreímos unos minutos a fuego medio.

A continuación, añadimos las hojas de espinaca y rehogamos unos minutos más. Agregamos a la olla los garbanzos escurridos y cubrimos con agua. Añadimos las especias y la sal al gusto y los dejamos hervir a fuego vivo unos 45 minutos.

Si quieres el caldo con algo más de consistencia, puedes triturar la cebolla y añadirla de nuevo a la olla en forma de puré.

Como sale bastante cantidad, yo suelo congelarlo en tarritos de cristal, y así un día de prisas sólo tienes que sacarlo un rato antes del congelador y listo.






domingo, 11 de agosto de 2013

Carpaccio de calabacín con pesto de espinacas

Estamos en época de calabacines y, como me encantan y compro muchos, estoy continuamente buscando diferentes maneras de prepararlos. Siempre tenemos el comodín de la sopa o la crema, que está riquísima, pero ahora con estos calores nos apetecen platos más fresquitos. ¡A ver qué te parece la receta que te propongo hoy!

Los ingredientes
Para 4 personas
  • 1 calabacín 
  • 1 limón
  • 60 gr de hojas de espinaca frescas
  • 6 ó 7 nueces
  • 1 diente de ajo pequeño
  • 2 cucharaditas de parmesano o grana padano en polvo
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • pizca de sal
La preparación

Cortamos el calabacín sin pelar en rodajas muy finas (puedes hacerlo con la ayuda de una mandolina). Ponemos las rodajas en un bol y las cubrimos con el zumo del limón. Dejamos que maceren durante unos minutos.

Mientras macera el calabacín, haremos el pesto. Para ello, ponemos en el vaso de la batidora las nueces peladas, el ajo, las espinacas, el queso, el aceite y la sal, y trituramos todo hasta que no queden grumos.

Escurrimos el calabacín y emplatamos extendiendo las rodajas sobre el plato y cubriéndolas con el pesto. Podemos añadir también un chorrito adicional de aceite de oliva justo antes de servirlo.

¡La combinación de sabores es genial! Creo que ésta se acaba de convertir en una de mis recetas habituales...



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